SAN ANTONIO DE PADUA

Cada 13 de junio se celebra en San Bartolomé de Pinares la fiesta en honor a San Antonio de Padua,  y son los ganaderos del pueblo los que la reciben con mayor entusiasmo y  sentir religioso.


Pastores de ovejas y cabras ofrecen corderos o chivos principalmente, aunque en la antigüedad se ofrecían hasta chotos, todos ellos  en cumplimiento de alguna promesa o petición. Otra gente ofrece gallinas, conejos, hámster o cualquier otro animal. Antiguamente se metían dentro de la iglesia en teleras de madera, pero por higiene en la actualidad se sitúan en la puerta  y allí permanecen mientras se ofrece la misa.

Al acabar la ceremonia se saca el Santo en procesión subiendo por la Calle de la Virgen y bajando por la Calle Mayor, mientras los hijos o familiares de los ganaderos acompañan a San Antonio de Padua portando los animales. que con sus balidos, cacareos y bramidos acompañan al  tambor y la dulzaina.
También es tradición cantar  la canción de “El niño y los Pajaritos” que relata un milagro de San Antonio de Padua con animales.

Tras la procesión y en  ambiente de fiesta se realiza un convite en la puerta de la casa del cura, donde se va a realizar la subasta. Todos los presentes pueden pujar por los animales que  se ofrecen al Santo, y el dinero es para la Cofradía de San Antonio, similar a la de la Virgen de la Visitación o la de Santo Cristo de la Veracruz, pero sus ingresos respecto a estas son mayores, por ello comúnmente se le denomina a San Antonio como “el Santo más rico”. Las pujas admitían, y aún lo hacen, aportaciones en especies: arrobas de vino, cajas de cerveza, rosquillas, galletas…, allí mismo consumidas por los presentes.

 

Javier Martín Muñoz

 

Canción el niño y los pajaritos

Padre mío San Antonio,
suplicad al Dios inmenso
que con su gracia divina
alumbre mi entendimiento.

Para que mi lengua
refiera el milagro
que el huerto obrasteis
de edad de ocho años.

Desde niño fue criado
con mucho temor de Dios,
de sus padres estimado
y del mundo admiración.

Fue caritativo
y perseguidor
de todo enemigo
con mucho rigor.

Su padre era un caballero
cristiano, honrado y prudente,
que mantenía su casa
con el sudor de su frente.

Y tenía un huerto
donde recogía
cosechas y frutos
que el tiempo traía.

Por la mañana un domingo
como siempre acostumbraba,
se marchó su padre a misa
cosa que nunca olvidaba.

Y le dijo: «Antonio,
ven acá, hijo amado,
escucha que tengo
que darte un recado.

Mientras yo estoy en misa
gran cuidado has de tener,
mira que los pajaritos
todo lo echan a perder.

Entran en el huerto,
pican el sembrado,
por eso te advierto
que tengas cuidado».

Cuando se ausentó su padre
y a la Iglesia se marchó,
Antonio quedó cuidando
y a los pájaros llamó:

«Venid pajaritos,
dejad el sembrado,
que mi padre ha dicho
que tenga cuidado.

Para que mejor yo pueda cumplir
con mi obligación,
voy a encerraros a todos
dentro de esta habitación».

Y a los pajaritos
entrar les mandaba
y ellos muy humildes
en el cuarto entraban.

Por aquellas cercanías
ningún pájaro quedó,
porque todos acudieron
cuando Antonio les llamó.

Lleno de alegría
San Antonio estaba
y los pajaritos
alegres cantaban.

Cuando se acercó su padre
luego les mandó callar,
llegó su padre a la puerta
y comenzó a preguntar:

«Ven acá Antoñito,
dime hijito amado
¿de los pajaritos
qué tal has cuidado?»

El niño le contestó:
«Padre, no tenga cuidado,
que para que no hagan mal
todos los tengo encerrados».

El padre que vio
milagro tan grande,
al señor obispo
trató de avisarle.

Acudió el señor obispo
con gran acompañamiento,
quedando todos confusos
al ver tan grande portento.

Abrieron ventanas,
puertas a la par,
por ver si las aves
se quieren marchar.

Antonio les dijo entonces:
«Señores, nadie se agravie,
los pájaros no se marchan
hasta que yo no lo mande».

Se puso en la puerta
y les dijo así:
«Ea, pajaritos,
ya podéis salir.

Salgan cigüeñas con orden,
águilas, grullas y garzas,
avutardas, gavilanes,
lechuzas, mochuelos, grajas.

Salgan las urracas,
tórtolas, perdices,
palomas, gorriones
y las codornices.

Salga el cuco y el milano,
zorzal, patos, y andarríos,
canarios y ruiseñores,
tordos, jilgueros y mirlos.

Salgan verderones
y las cardelinas,
también conjugadas
y las golondrinas».

Al instante que salieron
todos juntitos se ponen,
escuchando a San Antonio
para ver lo que dispone.

Antonio les dice:
«No entréis en sembrados,
marchad por los montes,
por riscos y prados».

Al tiempo de alzar el vuelo
cantan con dulce alegría,
despidiéndose de Antonio
y su ilustre compañía.

El señor obispo,
al ver tal milagro,
por diversas partes
mandó publicarlo.

Árbol de grandiosidades,
fuente de la caridad,
depósito de bondades,
padre de inmensa piedad.
Antonio divino,
por tu intercesión
todos merezcamos
la eterna mansión.

 








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